Tierra santa en ushuaia (el culto a los santos)

(18:00)-Desde Rodrigo y Gilda hasta San la Muerte, y desde la Virgen Desatanudos y San Expedito hasta el Gauchito Gil, pasando por la Virgen de Urkupiña, el paseo espiritual situado 3 kilómetros al norte del acceso a la ciudad es un muestrario de la multiculturalidad local. A la vera de la ruta 3 pero dentro del ejido urbano, Tierra Santa nos describe como sociedad: la devoción por los autos, los materiales ligeros y los colores mal combinados en los monolitos, la basura y la ausencia de normas. También la fe dividida en porciones y una actitud típica: prenderle a cada santo una vela. En este primer informe sobre el tema, Botella al Mar indagó las historias de las principales imágenes veneradas por el mosaico social fueguino









12-3-2005 - (18:00) - Ushuaia tiene su propia Tierra Santa. Un lugar donde confluyen la fe religiosa, la esperanza y las angustias de miles de lugareños, pero también un sitio que expresa la multiculturalidad y rasgos característicos de la sociedad local.

Tierra Santa está situada a unos tres kilómetros al norte del acceso a la ciudad, en un desvío curvilíneo de 200 metros a la vera de la ruta nacional 3, dentro del ejido urbano.

Allí se ubican, encolumnados, y sobre ambas márgenes del camino, setenta y ocho monolitos que convocan, cada semana, a decenas de creyentes en santos cristianos, pero también a devotos de mitos sociales contemporáneos, como Rodrigo y Gilda, y a practicantes de ritos de ... o umbanda.

Tierra Santa resume a la cultura local en pocos metros. En el campo espiritual expresa a la diversidad de orígenes de la población local, pero también insinúa aspectos típicos de la construcción empezando por los materiales: madera, bloques, chapas, nylon, piedra bola, restos de pintura, en general mal combinados, para edificar las grutas.

Además, fiel a la teoría de que si se reúnen dos panaderos en Ushuaia resultan dos panaderías, lejos de haber un altar por santo, hay casos como San Expedito que suma ocho, la Virgen María Desatanudos cinco al igual que San La Muerte; Santa Lucía y Santa Rita tienen tres cada una y la fallecida cantante cuartetera Gilda, dos monolitos.

El culto al auto también se da en Tierra Santa porque el camino en el que se disponen los monolitos no es peatonal sino que mide dos carriles de ancho y, salvo los peregrinos que caminan desde Ushuaia impulsados por una promesa, la mayoría llega en coche y muchos lo hacen para pedirle o agradecerle a los santos por el nuevo vehículo.

Un contenedor de basura que por momentos rebalsa instalado en un punto del camino y los desperdicios diseminados en el bosque contiguo, alejan la idea de que uno transita por un lugar sagrado, pero para confirmar que se trata de un rincón más de la capital fueguina, Tierra Santa no está regido por ninguna norma, fue el uso y la costumbre de los pobladores los que hicieron de ese camino, situado entre la ruta y una cantera oculta tras los pocos árboles que aún quedan en pie, un lugar para rezarle a Ceferino Namuncurá, al Gauchito Gil o a la difunta Correa, los tres altares de mayor dimensión, mejor producidos y que más gente convocan.

Multiculturalidad

La diversidad de culturas de Ushuaia se expresa en la multiplicidad de imágenes veneradas. La Virgen de Urkipiña, oriunda de Cochabamba, Bolivia, tiene su humilde tótem en el que se deposita la imagen, una rústica talla en madera, hecha por un escultor inexperto.

La Virgencita de Urkipiña debe tener mucho trabajo ahora en Bolivia porque es la patrona de la unidad nacional en momentos en que los pobladores de Santa Cruz, la región más próspera del país, claman por la separación territorial.

La leyenda cuenta que una mujer quechua con un niño en brazos se apareció ante una niña pastora y entablaron amistad. Pero un día la niña acudió al encuentro acompañada de sus padres y la misteriosa mujer se elevó hasta desaparecer.

Fue un 15 de agosto y por eso, en Quillacollo, un enclave de artesanías quechuas, donde se yergue el altar principal, se celebra el día de la Virgen con una de las más coloridas fiestas populares de Bolivia, que por momentos tuvo su tímida réplica en Ushuaia organizada por representantes de una de las más numerosas colectividades de la ciudad.

Muy cerca de allí está ubicado uno de los cinco monolitos de culto a San la Muerte, un santo pagano muy apreciado en Corrientes y con menos fuerza en zonas aledañas. Lo veneran tanto los pobladores rurales como de sectores urbanos acomodados. La imagen puede parecer siniestra: un esqueleto portando una guadaña, envuelto en un manto como si fuera una virgen.

Aunque la religión oficial ubica la creencia en San o Señor la Muerte del lado de la superchería, la creencia popular sostiene que La Muerte fue un rey justo que al morir fue enviado por Dios para controlar la existencia de los hombres en la Tierra.

El trono del ayudante estaba rodeado de velas y las que se apagaban o claudicaban correspondían a humanos que debían morir. Entonces él debía bajar a la Tierra para recoger sus almas.

La adoración a San la Muerte se realiza los martes y viernes, y es individual, lo que explica sólo en parte la cantidad de estatuillas que proliferan en Tierra Santa. Ocurre que también puede ser utilizado para el mal. En ese caso aparece vestido de negro, oculto a la vista de extraños, pero orientado hacia la zona en la que vive el destinatario del maleficio. Esto explica la ubicación de dos de los monolitos ocultos dentro del bosque o entre la maleza.

Un santo para las urgencias

San Expedito, con ocho monolitos, es el santo que más lugares de oración tiene en Tierra Santa. Los construyó gente en busca de ayuda urgente a un problema de difícil solución.

La imagen muestra a un soldado romano que alza una cruz con la mano derecha que en el centro reza Hodie" (hoy, en latín) y con el pie derecho pisa a un pájaro al que le brota de la boca el mensaje "Cras" (Mañana, en latín).

Por eso, se dice que esta imagen, venerada inicialmente por los alemanes, que en la oración es presentada como al Santo de los afligidos, los desesperados y de las cosas urgentes, remite al lema no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, en relación a la fe en Dios.

A la Virgen María que Desatanudos la invocan cinco monolitos y no es casual. El culto a esta imagen también se inició en Alemania, se dice que por el año 1600. Un noble de Amburgo estaba a punto de divorciarse de la mujer y visitó a un sacerdote jesuita de gran reputación. Juntos le oraron a la Virgen María hasta que un sábado 28 de septiembre de 1615 en "solemne acto ritual la Virgen elevó la cinta matrimonial, desatando todos los nudos y alisándola". La pareja evitó el divorcio.

Por eso la imagen, hecha por un pintor en 1700, muestra a la Virgen María con un ángel a la izquierda que le entrega una cinta llena de nudos y a la derecha otro la recoge alisada. La cinta era colocada por las madrinas en la boda representando al lazo invisible que unirá a la pareja de por vida.

Santos para todos

Tierra Santa tiene lugares de culto a santos tradicionales de la iglesia católica como Nuestra Señora de Luján, San Ramón Nonato, San Miguel Arcángel, la Virgen del Milagro, San Pantaleón, María auxiliadora y la Virgen de la Peña de Tartagal, oriunda de Salta.

Los jujeños tienen en Tierra Santa una imagen de la patrona de su provincia, Nuestra Señora del Río Blanco y Paypayá, un culto ligado a la conquista de América por parte de los españoles y con antecedentes inciertos.

Un monolito rinde culto a Marcelino Pérez, un campesino de 18 años que vivió en Puerto Tirol, hasta que lo asaltaron y asesinaron brutalmente en el campo. Lo enterraron en el sitio donde cayó mortalmente herido, dentro de la estancia, entre el alambrado y las vías del ferrocarril de la empresa Quebrachales.

Cuenta la historia que si el maquinista no hacía sonar el silbato al pasar delante de la tumba, la locomotora se detenía misteriosamente. Algo similar ocurre ahora con los transeúntes , ciclistas y motociclistas que pasan por el lugar. Afirman que Marcelino Pérez es milagroso y que ayudó a no menos de cien personas en Puerto Tirol.

El joven campesino ultimado tiene en Tierra Santa un monolito de madera y techo a dos aguas pintado de celeste, donde, entre otras ofrendas, un niño le obsequió un muñequito de Bart Simpson de los que vienen como sorpresa en el chocolate Jack, la pieza más difícil de la colección.


MIL BESOS AYALA
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